miércoles, 23 de febrero de 2011

Había una luna muy blanca esa noche. La noche donde el presente se transformaría en pasado y mi yo en ese momento dejaría de existir. Las estrellas brillaban sobre el azul petroleo del cielo, pero aun quedaban nubes grises del chubasco de aquella tarde. Yo era ingenua y torpe, pero a la hora de escribir solo necesitaba encontrar las palabras adecuadas y para eso tenia que saltar, correr, ganar. Toda una carrera de obstáculos en la que tenia que triunfar y solamente acompañada por mi botella de Brandy y mis tristes lagrimas saladas. Era verano y el calor me producía pesadez. Solo escuchaba el sonido de las teclas bailando, entremezcladas con breves pausas de aliento. Era tan cansador y a la vez tan placentero seguir en la batalla de la vida, siempre esperando por un jugoso premio que no se sabe si vendrá. Pero igual, la esperanza de que si no es ese otro remplazará su lugar aumenta nuestras ganas de seguir adelante. Gritemos -Viva!- a todas esas cosas que presenciaron esa noche, para que sigan recordándolo por siempre y nunca me lo hagan olvidar. La noche que mis ojos cambiaron frente al mundo y el mundo cambio frente a mis ojos.

Frog

Son mas soles, que estrellas.